Selección y casta

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«Hombres, Lugares y Cosas de La Mancha»
(Rafael Mazuecos Pérez-Pastor)
Fascículo XXXII (continuación) “Selección y casta”

En abril de 1970 publicaba Rafael Mazuecos el Fascículo XXXII continuando con el inmejorable estudio de los «Hombres, Lugares y Cosas de La Mancha», referido a su pueblo Alcázar de San Juan y su comarca.

Entre otros apuntes, relacionados acertadamente con las costumbres, los hechos y vivencias en determinadas épocas, el Sr. Mazuecos, en éste mismo fascículo XXXII en otro artículo, por una parte lamentaba, como en Alcázar se había perdido una gran parte de su patrimonio arquitectónico sin que nadie le pusiera coto, y ahora bien que nos lamentamos cuando algo se quiere hacer para remediarlo, dándonos cuenta de las dificultades y que resulta casi imposible.

Por otra parte, en éste mismo artículo incorpora las conclusiones de un trabajo llevado a cabo por Don Gregorio Marañón, donde expone que muchos de los personajes del Quijote incorporados por Cervantes, eran personas reales que el conoció y vinculadas a La Mancha.

Curiosamente vemos la coincidencia con los trabajos de investigación de Don Ángel Ligero, donde llegó a identificar con documentos, prácticamente la mayoría de los personajes del Quijote y de algunas obras mas de Cervantes

La época Cervantina

SELECCIÓN Y CASTA

Factores biológicos ineludibles para mejorar la raza y sus normas

El abolengo, la nobleza, la alcurnia, no son conceptos vacíos, aunque a veces hayan encarnado en personas de poca valía, porque eso es inevitable en el rodar de la vida que acaba siempre en imbecilidad.

Tampoco lo es la existencia de la casa señorial, cuya sola presencia prestigia a un pueblo e irradia respetabilidad sobre el caserío que la alberga. Una mansión sólida, cargada de historia y de nombres que evocan heroísmo, distinción o cualquier otra cualidad selectiva, es honor que se contagia y hace mas mirados y estimables a cuantos viven a su alrededor. La casa solariega, que albergó al hombre que se singularizó creando algo fundamental, quedó impregnada en sus sillares de los rasgos de su orden y mientras está en pie, aún deshabitada y abandonada, engrandece el ánimo al pasar por ella y es, en su silencio y solemnidad, ejemplo educativo y muestra patente de grandiosidad.

Alcázar ha tenido muchas de esas casas llamadas grandes, admirables ejemplos además, de arquitectura manchega, propias para nuestro clima y nuestras necesidades, pero se han ido perdiendo poco a poco, sustituidas por lo gregario e inespecífico, porque la casa grande necesita tener la grandeza dentro para sostenerse.

Todavía resuenan los nombres de los que las habitaron y se percibe su boato y jerarquía por encima de lo vulgar y aunque tarde, es un deber intentar salvar del olvido lo que pueda ser honor y orgullo de la Villa y estimación propia de las generaciones venideras.

Don Gregorio Marañón, maestro de tantas cosas, cuya docencia sigue imperando en nosotros, tan preocupado y pendiente de las corrientes subálveas de los sentires humanos, rastreando una vez las relaciones de su apellido con los Álamos y Marañones de Castilla y de La Mancha, hizo unas observaciones que conviene puntualizar aquí por lo que puedan contribuir al esclarecimiento de las genealogías manchegas. Le interesaba a Don Gregorio su posible relación con el Hidalgo Manchego Don Alonso Marañón y le interesaba sobre todo las del Hidalgo de Medina del Campo, Don Baltasar de Álamos y Barrientos, con Antonio Pérez, el conocido secretario de Felipe II. Es precioso y por demás sugestivo el trabajo que Don Gregorio dedica preferentemente al hidalgo medinense, con una introducción muy instructiva sobre la autenticidad de los personajes del Quijote y la veracidad de sus expresiones, rememorando aquellas de Sancho en casa de los Duques, que dicen. . .

«Convidó un hidalgo de mi pueblo, muy rico y principal, porque venía de los Álamos de Medina del Campo, que casó con doña Mencía de Quiñones, que fue hija de don Alonso Marañón, caballero del hábito de Santiago, que se ahogó en la Herradura. Por quien hubo aquella pendencia años ha en nuestro lugar, etc., etc.»

Estos personajes no son de ficción ni siquiera con antifaz, sino verdaderos retratos y sentidos por la relación que tuvo Cervantes con los Álamos, que le hizo citarlos en el Quijote como prototipos de buenos hidalgos de Castilla. Y todavía aduce Don Gregorio en favor de dicha autenticidad, sobre lo dicho por Sancho de ser Don Alonso Marañón suegro de Álamos, la sorprendente coincidencia de que el cronista de Medina Don Gerardo Moraleda, había encontrado entre los documentos de la parroquia de San Pedro de aquella ciudad, la inscripción de tres hijos de un Alonso Marañón, en los años 1575, 1581 y 1583, apareciendo la madre de esas criaturas como Francisca de la Fuente o Francisca de Cogollos, apellidos moriscos, disculpando el cambio de nombres por ser corriente entonces.

Hubo pues un Alonso Marañón, paisano y contemporáneo de los Álamos de Barrientos, pero este Marañón era morisco y Don Gregorio no ve fácil que una de sus hijas se casara con uno de los empingorotados Álamos, como el Santiaguista que vivía en la Mancha y conoció Sancho.

Pero tampoco sería imposible, agrega Don Gregorio, porque las moriscas eran muy bellas y mucho mas animadas y picantes que las cristianas viejas, por lo que solían apasionar a los hombres de las mejores familias y no era raro que las aventuras terminaran en boda. Tan convencido se muestra de ello Don Gregorio, que cree que la inquietud sexual producida por las moriscas en los hogares cristianos, fue una y no de las menores causas, que decidieron la expulsión. Da por segura la relación de los Álamos con la población morisca y cita la observación de Moraleda de haber encontrado el acta de bautismo de un morisco amadrinado por una criada de la casa de Juan de Álamos.

Y yo puedo decir que en Alcázar pasaba lo mismo con los Marañones y con otros hidalgos, como se irá viendo si Dios lo quiere, pues los Aguileras Romeros, Resas Orozco, Nievas Romero, Pérez Marañón, Marotos, Barchinos Guerreros y otros, están en juego en una gran parte de los bautizos con uno u otro carácter, y no ya por intermedio de sus criadas sino personalmente y lo mismo en los moriscos que en los cristianos nuevos o viejos, y aunque no viva ya el maestro insigne me llena de satisfacción poder corroborar su tesis y la del ilustre erudito de Medina del Campo con mis modestas observaciones.

Concluye Marañón que no pueden ser casuales tales coincidencias y admite que Cervantes conoció a los Álamos y a los moriscos amigos suyos, entre ellos Alonso Marañón, que alguna relación tendría, dice, con los descendientes de Fernán González cuando Cervantes los recordaba juntos.

En relación con estas preocupaciones de Don Gregorio, que son nuestra propia necesidad histórica, y de los años inmediatamente posteriores, porque la documentación hallada no permita avanzar mas de momento, se pueden consignar algunos datos que sirvan para la reconstrucción de nuestra vida pasada.

Los nombres de nuestros antepasados, que ya nos van resultando mas o menos familiares por la lectura, nos permiten incorporar algunos más a la relación, sacados de los libros de desposorios y de bautismos, enriqueciendo con ello el acervo familiar hasta que se puedan ir completando las genealogías y esclareciendo los fundamentos probables de los hechos históricos. Lo haremos escuetamente remitiendo al archivo a los que deseen más detalles.

El 23-11-1580 se velaron y desposaron Román el de Ballesteros y María, hija de Panero. Fueron padrinos Francisco de Poyatos y Leonor de Cervantes. Esta debía ser hermana de Don Miguel….

Continúa el Sr. Mazuecos con una extensa relación de inscripciones de bodas y bautizos, donde se ven entroncados Marañones y Saavedras, Aguileras y Romero…