La época cervantina

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«Hombres, Lugares y Cosas de La Mancha»
(Rafael Mazuecos Pérez-Pastor)
Fascículo XXXII “La época cervantina”

En abril de 1970 publicaba Rafael Mazuecos el Fascículo XXXII continuando con el inmejorable estudio de los «Hombres, Lugares y Cosas de La Mancha», referido a su pueblo Alcázar de San Juan y su comarca.

Entre otros apuntes, relacionados acertadamente con las costumbres, los hechos y vivencias en determinadas épocas, el Sr. Mazuecos, presenta su reflexión sobre la época cervantina, haciendo una acertada síntesis, del profundo conocimiento y relación con La Mancha y sus costumbres, del autor del Quijote.

La época Cervantina

ALCÁZAR Y SU SANTA MARÍA

También nuestra Villa encontró su nave provisora para surcar el mar de la vida y precisamente con el nombre de la carabela capitana de la expedición colombina, por entonces efervescente, aunque su resonancia y sus consecuencias , únicas, no se extinguirán jamás.

Santa María y su buen Cura Pinilla, que no en balde tiene figura abacial además de serlo, guardan y nos ofrecen los recuerdos de nuestra vida anterior para meditar en ellos .

En las postrimerías del reinado de Felipe II, que señala la cumbre de la prosperidad política española, manifiesta también el brillo alcanzado por nuestro arte y nuestras letras en tan dorada época, es cuando Santa María empieza a consignar en sus libros detalles de su feligresía.

A tan bella edad, apenas pasada cuando se publicó la obra pero en el sentir remota, aludía sin duda Don Quijote en el discurso que, sentado en el dornajo con el estómago satisfecho y un puñado de bellotas en la mano tomado de la zalea, les echó a los cabreros dejándolos embobados:

«Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzara en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ellos vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío»

… yunque en el que golpean los intereses contrapuestos desde la mas remota antigüedad y que mantienen candente la discusión sobre la patria verdadera de Cervantes.

No pretendemos echar leña al fuego ni exhibir documentos probatorios ya conocidos, pero tampoco podemos pasar en silencio por el archivo parroquial donde el acta de Don Miguel es el primer tropiezo. Apartando lo tuyo y lo mío, la ficción y la verdad, nos queda la realidad innegable, la de que Don Quijote es nuestro, es de la Mancha y que todos los materiales humanos acumulados en la mente de su autor para crear el personaje, son manchegos genuinos.

En el primer libro de Santa María es en el que figuran las inscripciones de la familia Cervantes, empezando por Don Miguel que llegó a poco de comenzarse el protocolo. Desde entonces y seguro que mucho antes de instaurarse los archivos, no se ha interrumpido la vigencia de tan glorioso apellido en los lares alcazareños y en algunas épocas, Cervantes y Saavedras, han sido de los mas numerosos y alcurniados. No está al alcance de mi competencia y posibilidades dilucidar definitivamente la legitimidad de la cuna del autor del Quijote, pero dejando a un lado los documentos, es evidente que los factores emotivos y humanos con que se construyó la figura y que a todos nos hacen vibrar al percibir los latidos de nuestra tierra, están encarnados en él y reflejados en su obra como bien conocidos y amados. Pudo y de sentirlo lo hubiera hecho, situar las escenas quijotescas en la Alcarria, pero no lo hizo porque aún siendo todo el solar hispano tierra de quijotes, es en la Mancha donde el espíritu hidalgo campa por sus respetos y se sueña y se ayuna de modo habitual y el escritor habla de ello con la soltura y la fluidez de lo que le corre por la sangre, pataleando la tierra sin titubeos e intuyendo el sentir de sus moradores a cien leguas como cosa suya propia.

En los años inmediatos -1580 y siguientes – hace todos los bautizos el párroco Don Pedro Díaz de Montemayor (Villamayor), dejando una anotación tan sumamente escueta que apenas si figuran los nombres del bautizado y los de los padres y padrinos. Únicamente en los que se aprecia no ser de aquí, suele señalar su naturaleza y muchas veces los oficios o motes como si fueran apellidos para distinguirlos.

Como hemos vivido la época de los mayores extremismos en los nombres de los recién nacidos de los tiempos del progreso y de divulgarse las historias incluso con las hojas de los almanaques de taco y los nombre de las figuras egregias de la Humanidad, es de interés señalar los que se ponían en la pila bautismal a los alcazareños del siglo XVI, como lo es la raigambre de los apellidos.

Los nombres sencillos y claros de Catalina, Juana, Quiteria o María, aparecen desde el principio y los apellidos López, Álvarez y García, que no son otros Garcías, sino los mismos que han llegado hasta nosotros. . .

Continúa el Sr. Mazuecos con una exposición detallada de registros parroquiales de bautizos y bodas, exponiendo algunos donde se pueden ver los nombres y apellidos de la época y comprobar como la mayoría han llegado hasta nuestros días, como nos dice.

El 22 de febrero y después de varios días sin ninguna inscripción, Don Pedro bautizó una niña de Marcos Castellanos y su mujer Catalina Galán, poniéndole de nombre Ana, por lo que se ve que Galanes y Castellanos venía desde el origen.

El 29 de abril se bautizó una niña con el nombre de Francisca, hija de Francisco Hidalgo y de su mujer Aldonza, es decir, el nombre de Dulcinea, detalle que permite confirmar la hipótesis de Marañón que se considera en otro trabajo (en éste mismo fascículo) acerca de que los nombres dados por Cervantes a sus personajes, eran tomados de la realidad y no mera fantasía.

Y no es ésta la única vez que aparece en Alcázar tan rústico nombre, ya se verá. Uno de los acompañantes se llamaba Pedro Díaz Maroto, apellido digno de recuerdo en la Villa, como lo es Cencerrado, Ramos, Mazuecos, Gómez-Comino, Moreno y otros que aparecen en febrero de 1585.

El 9 de noviembre fue madrina o comadre de un niño, Catalina Díaz, la Quirosa en donde se ve que ya entonces resplandecía nuestro modo de hablar que iremos cotejando en otros casos. Ahora aparecen los apellidos Delgado, Cárdenas, Ortega, Abengozar y uno muy interesante por lo que se vio después con nombre de calle, GRAJO, Baticola, Ángel Hortelano, motes seguro, como Fernández el Botero. Aparecen mucho los nombres de pueblos como diferenciadores, según sigue pasando, de Camuñas, de Madridejos, de Quero, etc. . .

No era raro encontrar los calificativos de cristianos nuevos y viejos. El primero de diciembre de 1585 aparecen los padres de una niña, Catalina, hija de Gabriel de Haro y de María Calderón, Cristianos nuevos, apadrinada por Antonio de Briones y Catalina de Oviedo. . .

El 16 de abril de 1589 un hijo de Sebastián Lorenzo y de su mujer Francisca Martínez. Fue compadre Cristóbal Cervantes y comadre su mujer Bernabela de Rojas. . .

7-4-1591. . .Fueron padrinos Fernán López el Zarco y su mujer Aldonza Gómez. Se repite el nombre de Dulcinea. . .

1º de mayo de 1591, fueron padrinos Pedro Collado y María de Saavedra, su mujer. . .

6-4-1598. Se bautizó a Sebastián, hijo de Alberto Martínez Falcón y de su mujer Isabel Ramírez. Fueron compadres en el ablución y en el exorcismo Cristóbal de Cervantes y su mujer Manuela de Rojas. . .

20-7-1598. Un hijo de Lorenzo Quejada, cristiano nuevo y de su mujer Inés Ramírez. . .

8-8-1598. Vuelve a actuar de padrino Cristóbal Cervantes y su mujer Bernabela de Rojas, apadrinamiento que se repite varias veces, la primera el día 5 de diciembre del año siguiente, 1599 y otra vez el día 27 del mismo mes y año. . .

Es de resaltar en lo que expone el Sr. Mazuecos, varios aspectos relacionados con el matrimonio de Cristóbal Cervantes y Bernabela de Rojas, por una parte que en el bautizo del 6-4-1598 la mujer figura Manuela de Rojas pero se entiende que es el mismo matrimonio y por otra el entronque de un Cervantes y una Rojas lo que nos lleva a las investigaciones de D. Ángel Ligero que sitúa en Alcázar de San Juan familiares muy allegados al Cardenal Arzobispo de Toledo D. Bernardo Sandoval y Rojas así como las relaciones directas entre éste y Alcázar, además, demostrado está el apoyo y protección que el Cardenal dio a Cervantes.

Continúa el Sr. Mazuecos . . .

El número de bautismos anuales solían ser de 60, 70, 80, pero lo principal son los nombres que se relacionan, acreditativos de la raigambre de nuestros apellidos y los giros lingüísticos reveladores de nuestras maneras tradicionales, que nos permiten acercarnos al pasado con el ánimo dispuesto a conocer su desarrollo y comprenderlo.